
Un viaje a Tierra Santa; rutas y aventuras con @Vierja2002
Son muchas las ocasiones en las que podemos compartir experiencias y charlas con turistas, destinos, precios, aventuras y consejos. Pero en pocas ocasiones puedes escuchar de verdad a un viajero. Alguien que ve más allá del viaje, ve la gente, ve la cultura…. Y eso es lo que puedes percibir cuando lees las palabras de Vierja2002. Nos aclara que “A pesar del título -Un viaje por Tierra Santa-, este viaje no es una peregrinación religiosa, sino que es una aventura por uno de los lugares con más encanto del planeta.” Damos la bienvenida a nuestro blog a un viajero con más de 50 destinos:
Un viaje singular por Tierra Santa
Esta aventura comienza en el aeropuerto de Ginebra, ya que es allí dónde nos damos cuenta que no emprendemos un viaje normal. Recorremos todas las puertas de embarque del aeropuerto hasta llegar a la nuestra. Allí vemos que la que parte hacia Tel Aviv no es igual que las demás. En vez del personal de la compañía aérea que destaca en el resto de puertas, en la nuestra lo que más llama la atención es la presencia de militares armados hasta los dientes. No voy a negar que esto es algo inquietante, pero ya que hemos llegado hasta allí no vamos a dar marcha atrás a nuestro plan!
Booking.comHoras después llegamos a Tel Aviv. El recibimiento es mucho más tranquilo en la ciudad israelí del que esperábamos. Aquí no vemos armas, ni militares, sino que nos encontramos una situación que se asemeja a la de cualquier aeropuerto del mundo. Nos dirigimos al mostrador donde vamos a alquilar el coche que nos acompañará en este periplo y una vez recogido emprendemos viaje hacia el sur del país. Nuestro objetivo es cruzar la frontera con la vecina Jordania para visitar una de las joyas de este país, que es la ciudad Nabatea de Petra.
Hagamos kilómetros, destino Petra!!!

El viaje es muy tranquilo. Realizamos varias paradas para contemplar unos paisajes realmente bonitos y horas después llegamos a la ciudad de Eilat, que marca una triple frontera entre Israel, Jordania y Egipto. Decidimos dejar el coche en una calle de esta ciudad y cruzamos la frontera a pie, ya que pasar esta frontera en coche es mucho más complicado.
Después de pasar los trámites aduaneros nos vemos abordados por una nube de taxistas que nos ofrecen sus servicios para llegar hasta Petra. Elegimos a uno de ellos, y nada más montar en el coche nos damos cuenta que el conductor quiere cerrar rápidamente el viaje de vuelta. Ya íbamos avisados y nos recomendaron que no lo hiciésemos, ya que la oferta de taxis en Petra es más amplia y más barata. De tal manera que declinamos la oferta de nuestro chófer, y este fue el motivo de que en medio de una carretera jordana, siendo noche cerrada, el vehículo se detenga y nos hagan bajar del moderno coche en el que viajábamos para montarnos en un coche que apenas se mantenía en pie…se ve que no aceptaron de buen grado nuestra negativa a su oferta!
Recorremos Petra
No fue el trayecto más plácido de nuestras vidas, pero horas después llegamos a Petra, realmente cansados y hambrientos. Por ello después de cenar en un restaurante local nos fuimos a descansar al hotel. Al día siguiente nos dirigimos a la capital Nabatea, y después de recorrer a pie el desfiladero durante unos minutos nos plantamos delante del espectacular Tesoro de Petra. La aventura había merecido la pena. Estábamos ante unos de los lugares más bellos del planeta, rodeados de camellos, personas locales y muy pocos turistas (algo inusual en este lugar). Dedicamos horas a recorrer el lugar, subir hasta el Monasterio (muy recomendable), comer…y horas después emprendimos camino de vuelta hacia la frontera israelí.
De vuelta a Jerusalén
La búsqueda de taxi en este lugar fue mucho menos emocionante, y en pocas horas estábamos recogiendo de nuevo nuestro coche en Eilat, para emprender de nuevo camino hacia el norte de Israel. El camino es muy agradable, bordeamos el Mar Muerto y tiempo después llegamos a Jerusalén. La llegada a la capital israelí es extraña, parece una ciudad fantasma, y el motivo es que el Sabbath había comenzado. Los judíos habían entrado en su día sagrado, y la ciudad parece que ha muerto. No sin mucho esfuerzo encontramos un pub irlandés abierto para reponer fuerzas y así poder irnos a dormir para que al día siguiente podamos recorrer todos los rincones de esta histórica ciudad.
Dejando creencias religiosas aparte esta ciudad tiene algo especial. Tan pronto puedes cruzarte con un judío ultraortodoxo, como un musulmán que es llamado a la oración o con un católico que recorre con devoción los lugares que Jesús frecuentó hace más de 2.000 años. Todos comparten las calles de una de las zonas más convulsas e inestables del mundo. Pero esta mezcla es muy atractiva.
Recorremos parte del camino que Jesucristo hizo con la cruz, comprobamos las sentidas oraciones de los judíos en el Muro de las Lamentaciones, visitamos una de las mezquitas más sagradas para un musulmán (La Roca)…todo ello separado por escasos metros. Cuando nos disponemos a ir al Huerto de los Olivos, preguntamos a un taxista si él nos llevaría hasta la franja de Cisjordania. El taxista accede, por lo que aplazamos la visita al Huerto para dirigirnos hacia otro lugar emblemático de la zona, la ciudad de Belén.

Viaje a Tierra Santa, la tierra de todos
En esta ciudad se entremezcla el culto hacia el lugar dónde para algunos nació el Mesías, con propaganda Palestina plasmada en carteles y murales por las calles. Nos impresiona tanto el misticismo de la Iglesia de la Natividad como los sobrios paneles de hormigón que conforman un más que cuestionable muro que aleja Belén de la vecina Jerusalén. La visita nos cautiva.
Nos hemos quedado con ganas de más y le decimos al taxista que si al día siguiente podemos volver y ampliar la visita a Jericó, bañarnos en el Mar Muerto y recorrer todo lo que podamos de Cisjordania. Después de negociar con él quedamos a primera hora del día siguiente y seguimos empapándonos en historia viva de la humanidad. Ha sido otro día muy especial que acaba en el mismo lugar en el que empezamos la visita a Jerusalén; ese mismo pub irlandés que nos salvó de la inanición al inicio del Sabbath.

El tiempo pasa y el viaje se acaba. No ha sido un viaje normal. Ha sido un viaje donde las emociones estaban a flor de piel, una auténtica lección de historia. Sobre todo la comprobación de que el ser humano es capaz de hacer con sus manos obras tan impresionantes como la ciudad de Petra y con esas mismas manos construir muros que sólo sirven para separar pueblos y gentes. En esta zona ha habido conflictos desde que el mundo es mundo y con la esperanza de que algún día esta situación se solucione para siempre, recomiendo a todos los viajeros que si tienen la oportunidad lo vayan a descubrir por si mismos.



